OPINIÓN | Por Plácido Garza | octubre 2, 2020 |
Primero, les platico el tema de las posibles alianzas de los partidos políticos con miras a quitarle poder en el ámbito legislativo:
1.- La estructura electoral de López Obrador —sí, de él, no de Morena, porque su partido está partido— a la que pomposa y mañosamente se le denomina “siervos de la nación”, le está costando al erario $4,975 millones de pesos desde el 7 de julio de 2019, el doble del presupuesto asignado al Fondo Nacional para la atención de Desastres Naturales, el Fonden.
Fue creada el 27 de agosto del 2018, apenas concluyeron las elecciones que llevaron a López Obrador al Palacio Nacional.
Opera con tanta fuerza que se equipara a un partido político, pero como no lo es, está por encima de las restricciones del INE y los tribunales electorales.
Los “siervos” fueron creados con el supuesto propósito de asegurar que los recursos del gobierno federal lleguen directamente a manos de los tan llevados y traídos “pobres”, el estandarte del demagógico mensaje presidencial.
Y mientras el PRI, PAN, PRD y los otros grupúsculos satélites que gravitan alrededor de la órbita de los partidos “grandes” están amarrados a los tiempos, leyes y formas electorales, los “siervos” se mueven libremente por todo el territorio nacional armando el andamiaje de lo que va a ser el año próximo la más descarada “elección de Estado” en la historia de México.
Se trata de una estructura piramidal con gente en todas las entidades del País y que en realidad tiene metas abiertamente electorales, con un ejército de jóvenes que fueron adiestrados para ese fin en las votaciones de 2015 y 2018.
Estos “soldados-siervos” fueron y siguen siendo reclutados con el señuelo de servir a la Patria y obedecen a las cabezas de la organización, a cambio de sueldos que ya los quisieran millones de desempleados.
El gancho que más atrae a esos reclutas es la promesa de convertir a los más destacados, en candidatos a cualquiera de los 21,368 puestos de funcionarios públicos y 3,528 representantes populares locales y federales que estarán en juego en las votaciones del año próximo, las más grandes de la historia.
Vean el pastel: 15 gubernaturas, 500 diputados federales, 1,063 diputados de 30 congresos locales y 1,926 alcaldes de 30 entidades.
Tendrán que instalarse 161,550 casillas electorales, 4,231 más que las de 2018, que necesitarán un millón de funcionarios que sancionarán la jornada electoral.
La lista nominal dada a conocer en la más reciente junta de consejeros del INE es de 94 millones 822 mil electores, 5 millones y medio más que los de 2018.
Todo esto, con un nuevo partido político —refrito pa´los amigos— y las alianzas que se realizarán más un escenario que todavía nadie sabe el efecto que provocará: la pandemia.
Hace tres semanas platiqué en Monterrey con uno de los más activos operadores del PRI que está detrás de la candidatura de un iluso alcalde que sueña con la gubernatura y me dijo que la distancia sanitaria obligada provocará filas de hasta 7 horas para votar, lo cual desalentará a millones y ese factor estará en contra de los votantes-pensantes de las rancherías, pueblos, ciudades y Estados, y a favor de los acarreados y maiceados de los programas electorales clientelares.
Si el Dios de Spinoza no dispone otra cosa, en posteriores artículos revelaré el nombre de dicho personaje.
Los 20,000 “siervos” no tienen nada qué ver con las estructuras locales del poder. No acatan lineamientos de alcaldes ni gobernadores del partido o filiación política que sean, ni los de la misma Morena.
Solo obedecen al presidente a través de 276 coordinadores regionales, coordinados por los 32 “super delegados” que operan en todas las entidades del País.
Los principales mandos de esta red de activistas políticos fueron candidatos y dirigentes locales de Morena o representantes electorales regionales, distritales o municipales o representantes de casilla del partido en el poder en las elecciones de 2018.
Los “soldados rasos” de los “siervos” ganan $10,217 pesos mensuales, con la promesa de duplicar sus ingresos en abril próximo, apenas arranquen las campañas electorales.
Los coordinadores regionales, $73,500 de sueldo mensual y los “súper delegados” $122,512 de sueldo bruto.
Tienen dos propósitos clave: Replicar y difundir la propaganda política del presidente y consolidar una clientela política electoral para utilizarla en las elecciones de 2021 y 2024.
Tienen gastos de operación por más de $700 millones de pesos para que los activistas se muevan por todo el territorio nacional sin contratiempos y con una velocidad de reacción digna de una guerra de guerrillas.
El mero mero de esta estructura es el ex secretario de organización de Morena, Gabriel García Hernández, quien con los hijos del presidente se encargó de organizar las fuerzas territoriales que les dieron el triunfo a López Obrador.
García Hernández está en la nomina del gobierno federal con el puesto de coordinador de programas para el desarrollo.
Y —aquí viene el gran descaro— toda esta estructura está dentro de la nómina de la Secretaría del Bienestar y a pesar de que en teoría García Hernández le reporta a su titular, Javier May Rodríguez, acuerda y recibe órdenes directamente de AMLO.
Los “siervos” recorren casa por casa todas las comunidades urbanas y rurales y “venden” políticamente los diez programas sociales del gobierno que en conjunto tienen un presupuesto para este 2021 de $240 mil millones de pesos.
Los “siervos” censan a los habitantes de las zonas más pobres, les piden una copia de su credencial de electoral y a quienes no la tienen se las tramitan en “fast track”, les toman una foto con el celular, los incluyen en los programas de beneficio social, les entregan una tarjeta para recibir dinero en efectivo en las 2,700 sucursales del Banco del Bienestar que siguen construyéndose en todo México con un presupuesto superior a los $10,000 millones de pesos y de esa manera van creando una base de datos electoral que ni el INE tiene ahora.
El tema da para más, pero se me acabó el espacio. Antes les digo: ¿Ahora se dan cuenta por qué de pronto aparece una sucursal del Banco del Bienestar perdida en medio de la nada? La función de este “banco” no es hacerle la competencia a los comerciales, su razón de ser es servir como un elemento más a la cadena electoral más nefasta en la historia de México.
CAJÓN DE SASTRE
“Nos leemos en la próxima”, advierte la irreverente de mi Gaby.
PLÁCIDO GARZA. Nominado a los Premios 2019 “Maria Moors Cabot” de la Universidad de Columbia de NY; “Sociedad Interamericana de Prensa” y “Nacional de Periodismo”. Forma parte de los Consejos de Administración de varias corporaciones. Exporta información a empresas y gobiernos de varios países. Escribe todos los días su columna IRREVERENTE para prensa y TV. Maestro de distinguidos comunicadores en el ITESM, la U-ERRE y universidades extranjeras. Como montañista ha conquistado las cumbres más altas de América.