OPINI[ON / #ColumnaInvitada | Wendy Figueroa / 03 de enero, 2021 /
En el año que termino, vimos cómo el actual gobierno siguió tratando de invisibilizar las violencias que sufren las mujeres; pese a ello, las exigencias continuaron y continuarán, señala la autora.
Ha sido un año que ha significado grandes cambios en nuestras vidas, así como grandes retos y retrocesos en la agenda de género y derechos humanos. Seguimos presenciando acontecimientos que evidencian que las mujeres no somos prioridad en la agenda política del país.
Sucesos que se suman a las más de 10 mujeres, niñas y adolescentes asesinadas en México todos los días, a causa de un virus histórico sustentado por la impunidad y el patriarcado: las violencias machistas que llevan a cientos de familias a exigir justicia y reparación del daño y a un Estado fallido que perpetúa las violencias y las naturaliza.
Después de dos años del gobierno en turno, se presenta el Programa Nacional para la Igualdad entre Mujeres y Hombres 2020-2024 del Inmujeres. Unos días después se presentó el Programa Nacional de Derechos Humanos 2020-2024 de la Segob. Ambos, con objetivos que llegan a coincidir en las problemáticas y en las estrategias, reconociendo el incremento de las violencias, pero que no plasman cómo van a conseguir cada uno; invisibilizan la participación de las organizaciones de la sociedad civil y, ante el precario presupuesto etiquetado para 2021 y la austeridad republicana, es incierto cómo se garantizará su aplicación y seguimiento.
Presenciamos también la renuencia del patriarcado traducida en postergar por más de una semana la sentencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), con el engrose para obligar a los partidos políticos a respetar el principio constitucional de paridad para las gubernaturas de 2021.
Es evidente la resistencia que existe para avanzar en la agenda feminista en México.
Los discursos del gobierno federal y su intento por invisibilizar las violencias contra las mujeres, los recortes presupuestales, la impunidad sistemática y estructural ante el incremento de feminicidios, la insistencia de evangelizar al país a través de la Guía ética para transformar a México, más la inacción, indiferencia, desinterés y omisiones, han demostrado que el Estado mexicano ha sido incapaz de prevenir, atender, erradicar y sancionar las violencias contra las mujeres y niñas en los dos años del sexenio.
Con informacion de EXPANSION.MX