OPINIÓN | Nudo gordiano | YURIRIA SIERRA | 13 de Febrero de 2021 |
Cuando Trump sugirió que una inyección de desinfectante podría ser opción para terminar con el coronavirus, más allá del asombro de los presentes en aquella conferencia en la Casa Blanca, lo que preocupó fue que la idea llegara a sus seguidores. Días después de la declaración del entonces presidente, autoridades de Salud de varios estados en EU reportaron al menos 100 personas intoxicadas por la ingesta de detergente o lejía, todos lo bebieron pensando que era una gran medida de prevención, después de todo, la escucharon de voz de quien tenía al mando su país.
Así de potentes son los mensajes de un líder. No importa el sector al que pertenezcan. Lo mismo impacta un político que un personaje del mundo deportivo, cultural o del espectáculo. En Reino Unido, por ejemplo, para promover la vacunación entre las personas mayores de 60 años, eligieron a dos figuras icónicas de su cultura. Elton John y Michael Caine. Un spot de 90 segundos le ha dado la vuelta al mundo en pocos días. Ante el temor de los posibles efectos secundarios tras recibir la inmunización, llegan estos dos influencers (que lo son desde antes de que conociéramos el término) a decirle a sus seguidores que no hay nada de qué preocuparse.
En redes sociales, en la televisión, en la prensa escrita, inundan las fotografías de “famosos”, cualquiera que sea su profesión, pero que gozan de influencia, portando cubrebocas. Presidentes, activistas, periodistas, conductores, actores y actrices, cantantes, escritores, etc. Todos haciendo un statement: cubrebocas sí o sí. Un mensaje simple, pero eficaz. Un avatar en Twitter, el de un presidente que, suponemos, sonríe, porque la mascarilla no nos permite confirmarlo, pero ahí está. Una ganadora del Óscar que se aleja de la fotografía de portada para sólo dejar ver su mirada porque el cubrebocas tapa el resto de su rostro; un futbolista, una escritora, una investigadora reconocida. Todos en solidaridad.
Esa misma solidaridad de la que habló hace unos días Marco Antonio Solís, El Buki. Sí, el cantante, compositor y músico mexicano que llena palenques y auditorios. Esta semana, a sus casi dos millones de seguidores les pidió usar cubrebocas como una señal de respeto y empatía por la salud propia y la de los demás; una manera de agradecer a trabajadores de la salud y de recordar a quienes han muerto. Con seguridad, sus palabras llegaron más allá de ese número de fans que lo siguen en Twitter, no sólo porque su publicación se compartió con otros miles, sino porque ese mensaje se habrá quedado en la mente de varios incrédulos e irresponsables. Ahí estuvo el objetivo. Ésa es también labor de un líder. Por eso aplaudimos cuando Thalía llamó a quedarse en casa en los días previos a que la pandemia nos obligara al confinamiento, por eso celebramos que figuras reconocidas envíen un mensaje para fomentar el uso del cubrebocas, no importa si éste es gráfico, escrito o verbal.
A casi un año desde que se detectó al primer paciente en México, no todos han entendido la necesidad, la urgencia de hacer del cubrebocas nuestro aliado. Y cómo lo haríamos si desde Palacio Nacional nos dicen que no, que no importa. Ése es también el poder de un líder, tiene efectos inmediatos… y peligrosos.
addendum Y otros ni “líderes”, más bien personajes pirata. La directora de Desarrollo Social de la alcaldía Benito Juárez, Laura Alejandra Álvarez Soto, firma documentos oficiales como licenciada en Relaciones Internacionales, pero en la Dirección General de Profesiones de la SEP no hay un sólo rastro de que exista una cédula profesional con su nombre. Recordemos que la usurpación de profesión está penada por la ley. Ojo, diputado del PAN, Mauricio Tabe…
Con información de EXCELSIOR